jueves, 17 de mayo de 2007

El Tigre


Dedicado a Ijon, amante de los gatos

Esta historia verdadera que se cuenta, va a tener, en caso de que alguno tuviera la paciencia de leerla, un punto increíble, cosa que no me sorprendería, lo que pasa es que la gente estamos habituados a leer, escuchar y ver cosas aún más sorprendentes que nos las creemos como si fueran lo más natural del mundo; eso sí es algo que a mí me deja estupefacto. Yo no quiero herir susceptibilidades de nadie, ni mucho menos entrar en polémicas estériles, pero en lo tocante a creencias por ejemplo, mucha gente se cree que Dios dispuso las cosas de esa manera tan pintoresca como nos cuenta la Biblia y otros documentos tan reputados como alucinantes, y se lo creen de la cabeza al rabo tan tranquilos, eso o darle crédito a cualquier charlatán que vende su mercancía de auras, Karmas y energías positivas con toda naturalidad. Perfecto, cada cual se rasca donde le pica, y a todos no nos tiene que picar en el mismo sitio. Por mí que hacen muy bien unos y otros, los que lo tienen claro, los que tienen la verdad y la venden y también los que les creen. Allá cada cual con sus ideas. Yo lo que digo es que por qué ciertas de estas cosas la gente, mucha gente, las acepta, y por qué otras menos sorprendentes las pone en solfa. ¡Coño, seamos serios, si uno es capaz de creer en la resurrección de la carne por ejemplo, por qué no va a creerme, si yo le cuento que mi gato es una reencarnación de Durruti, como es el caso!.

Lo que pasa, es que sobra soberbia y mala leche. Muchas personas debieran alguna vez plantearse que, si no se creen más listos que Aristóteles, Platón, Leonardo da Vinci, Sócrates y un largo etc. De sabios que se dedicaron a buscar la verdad toda su vida y encontraron poca evidencias del tema, por qué ellos, que no son sabios y a la búsqueda de la verdad le han dedicado apenas unas horas, pueden estar seguros de estar en lo cierto. A mí no me salen las cuentas, pero es que yo debo ser un jodido cabrón que desconfía por naturaleza, de manera que cada uno siga con sus creencias y tan amigos, que no es mi propósito entrar en este tipo de polémicas. Sólo pido que con la misma candidez que se cree en la ascensión de la Virgen a los cielos, con la misma actitud se lea este episodio que voy a relatar, y diré más, el que lo encuentre increíble, pues a ese que le den por culo. Yo soy así de claro y de chulo, no te jode....

Voy a tratar de llevar el relato de forma ordenada para facilitar su comprensión, aunque esto ahora no me resulte fácil. Deberíais entender que estoy muy emocionado y confuso, dándose además la circunstancia de que no se escribir con tino porque éste no es mi oficio, y además, aunque leí hace mucho tiempo que cualquier relato ha de tener planteamiento, nudo y desenlace, la vida me ha enseñado, o yo he entendido eso, que a veces las cosas son desenlace solamente, y el nudo y el planteamiento nunca llegamos a saberlo, todo lo más a intuirlo, y eso con suerte. En mi vida todo o casi todo han sido desenlaces, trágalas y hechos consumados.

Pues eso, voy a ir contando las cosas como me vengan a la punta de la pluma, y que dispense mi torpeza el sufrido lector; uno se manifiesta como puede, y el que hace lo que puede no está obligado a más, como decía mi madre.

Podemos empezar esta historia verdadera en un domingo por la mañana, aunque de esto no estoy seguro, pero bien pudiera ser. A mí me gusta madrugar los días de fiesta, y ese domingo lo hice como acostumbro desde hace muchos años.

Por la mañana temprano, en estos días de verano, hace una temperatura muy agradable, corre un aire fresco y los pájaros con sus cantos ponen alegría en la mañana. Aprovecho para regar el jardín, recoger los trastos del garaje, ir a comprar el pan y alguna bollería para preparar a su hora el desayuno de Rosa. También queda tiempo para holgazanear un rato, pensar sin tema concreto, dejar que los pensamientos fluyan libremente sin control, ejercicio éste muy recomendable para relajarse y además a mí se me suelen ocurrir ideas muy divertidas. Por todo esto, porque esos momentos son sólo míos, me gusta madrugar.

Ese día estaba yo sentado a la sombra de una olma que tengo en el jardín, mirando el bosquecillo de encinas que hay a tiro de piedra de la casa, cuando se me fue acercando perezosamente uno de mis gatos, “el tigre”. Lleva en casa 6 ó 7 años. Es un gato persa de abundante pelambrera, ojos muy grandes y hermosos y con la nariz levemente coloreada. Anda un poco renqueante porque hace años tuvo un accidente y le implantamos, bueno el veterinario le implantó y yo lo pagué, una pata de titanio.

Parece un viejo veterano de guerra, con un andar muy característico, entre solemne y cansado. Se me acercó y se frotó con mis piernas, seguramente indicando que tenía hambre. Eso pensé yo, pero era otra cosa.

Se sentó a mi lado y me miró fijamente. Entonces pasó algo curioso. Noté en mi cabeza, en el interior de mi cabeza, como un zumbido muy suave, y poco a poco escuché una voz grave que me decía no se qué cosas: La voz sonaba clara y pausada. Lentamente fui escuchando una historia bastante alucinante, lo reconozco. El gato no dejaba de mirarme, seguramente divertido al ver la cara de idiota que yo debía tener, todo ésto sin descomponer la figura, sentado y moviendo el rabo lentamente.

“Hola camarada, no te sorprendas hombre, que soy yo quien te habla...Hace ya algunos años que vengo pensando en dirigirme a ti, pero dado tu grado de racionalismo, seguramente hubiera sido inútil. No me hubieras escuchado, eres un tipo dogmático que no ve más allá de sus narices, eso lo se desde hace tiempo, cuando te escuchaba charlar con tus amigos, con tu gente, menuda cuadrilla de cabezas cuadradas...Todo aquello que no sea dos más dos igual a cuatro, no entra en tu mollera. No te lo reprocho, yo era igual en mi anterior reencarnación. Sí, sí, sí, anterior reencarnación. Has oído bien. Siento romperte los esquemas, pero más vale tarde que nunca, camarada”.

“Debo decirte que yo tampoco creía en todas esas mierdas de la otra vida, el alma y todo el sermón que los curas y los charlatanes nos contaban, y ya ves ahora, cómo me veo dándote la traca para que abras los ojos”.

“Antes de seguir con el tema, y para que te vayas centrando, te voy a decir que en mi anterior vida fui Durruti. Sí, el anarquista que murió en la guerra aquella del 36. Creía yo sólo en las personas, en la libertad que sólo se conquista con el fusil en la mano; odiaba las leyes hechas por los ricos para someter a los pobres; a la iglesia que siempre salva a los mismos; a los comunistas que todo lo basan en una explicación científica de la historia, donde el hombre no pinta nada; a los fachas con sus ansias de imperio, de raza y toda esa basura”.

“Yo me alcé por la libertad, ingenuo de mí, que luego atropellé también la de los compañeros. Fui líder carismático y hasta llegué a creérmelo. En fín, se luchó, se hizo lo posible, pero perdimos todo, yo hasta la vida, y ahora, reencarnado en gato, oye, y conozco de otros que acabaron de gallinas o conejos. Ser gato no está mal del todo, soy independiente como siempre quise ser. Como ves, estoy todo el día buscando el rincón más tranquilo y cómodo de la casa, no tengo ninguna obligación concreta, y pasados los ardores del sexo, pues tranquilidad y sosiego, que antes de caparme, menudos follones y trabajos para echar un polvo. Así que también te agradezco lo del castramiento; no pienses que te tengo rencor”.

“Los gatos tenemos sentimientos, por eso debo decirte que sentí mucho lo del ama anterior, que por cierto está muy bien reencarnada, aunque en ésto no debo ser muy explícito, pero que sepas que le va bien”.

“La nueva ama es muy buena, y no me grita ni me tira la zapatilla cuando hago mis necesidades en la alfombra. Es paciente porque sabe que a lo mejor mañana cambia el naipe y ella acaba de gata, y le gustaría que la traten con cariño. Ella sí cree en estas cosas, tiene la seguridad o la intuición de que el tema va por ahí. Si le preguntas por qué cree, a lo mejor no sabe darte argumentos, pero la puta verdad es que está en lo cierto, y eso es lo que vale, lo demás es marear la perdiz”.

“Yo ya me siento viejo y me queda poco tiempo de estar con vosotros, pero no debéis entristeceros por mí, me parece que en la próxima reencarnación voy a ascender de rango y voy ser águila; como ves los genes míos son de solitario, contra eso no se puede nada, qué le vamos a hacer”.

Si me preguntas qué te espera, francamente lo veo chango porque los que tenéis genes corporativos os soléis reencarnar en ovejas, bisontes, cebras, elefantes, etc., criaturas todas de manada o rebaño, que es lo tuyo”.

“Bueno, camarada, espero haberte servido de ayuda y que a partir de ahora no seas tan dogmático y tan excluyente”.

Yo quedé conmocionado como un boxeador después de un combate de esos en que al tipo le tunden a hostias. Tardé varios minutos en reaccionar, y cuando lo hice era un hombre nuevo. Desde donde estaba sentado en el jardín, hasta la casa, invertí dos horas por ir mirando y no pisar a ningún bicho, que a lo mejor en vidas anteriores pudieran haber sido Machado, El Empecinado, Isabel la Católica o Picasso, y que por azares estuvieran ahora reconvertidos en hormigas, cucarachas, saltamontes o vaya Vd. a saber.

Para comer, menudo follón, comer carne ¡anatema!. Yo ya no sé si el chorizo viene de la reencarnación de Falla en gorrino, Velásquez en cordero, Neruda en vaca. Fuera la carne. Con los pescados igual un mero puede ser Colón, una pescadilla Alberti o una ostra Juan Sebastián Elcano.

Con los vegetales tengo mis dudas, porque no sé si el tema desciende a los hongos y las bacterias, y todo eso se puede encontrar en una lechuga o en un pepino.

No se qué comer sin joder el equilibrio universal que no sean chocolatinas, frutos secos y coca-colas, que como todo ésto sale de la máquina, no tiene problema.

Toda mi vida he deseado conocer la verdad en el conocimiento de que eso me haría más feliz. No es así, es mejor estar en la duda, criticar todo y no tener evidencias de nada.

¿De qué me sirve estar en la verdad, si no puedo comer chuletas o paté?.

¡Cómo añoro aquellas conversaciones sobre el destino del hombre, aquellos libros llenos de dudas, que ahora resultan estúpidos por erróneos!. Yo creo que el estado perfecto del hombre es la ignorancia de las cosas, porque te permite hacer o decir lo que te da la gana. Saber las cosas te obliga a una cierta disciplina, siquiera sea por coherencia y solidaridad. Eso si no te da por el proselitismo, que es un mal asociado a los que creen tener la verdad y necesitan compartirla.

Una mierda, estoy hecho una mierda. Todo esto me pasa por madrugar. Si yo me hubiese quedado en la cama con Rosa y nos hubiésemos despertado a las tantas, el Tigre a esa hora estaría a la sombra del garaje o dormitando en un sillón, en vez de hacer la puñeta contando su verdad.

Medio dormido, me hubiese desayunado unos huevos con panceta, un café y unas tostadas, me hubiese fumado un cigarro y a lo mejor hasta nos hubiéramos acuchado un poco para empezar el día como es debido.

¡Bendita ignorancia, cómo te añoro!.

Que ande hoy con cuidado el Tigre, porque a lo mejor me olvido de que es Durruti, y le pego una patada en culo; jodido gato, deslenguado y tocacojones.

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bueno Pietrix, ha merecido la pena la espera!!!, pero ..., no te hagas tanto de rogar.

Si yo me reencarnara, ¿en qué sería?, creo que también en gato, por lo de mimosa sólo cuando quiero y por lo de independiente y solitaria cuando me apetece.

Besos!!!

La Mamba dijo...

Lebeche siempre dice que en su otra vida quiere ser gato casero, a ser posible un gato mío (claro para eso yo me tengo que reencarnar otra vez en La mamba, que royo). En su caso Mavi es por lo de dormir y comer.
No si el camarada este no era tonto jijiji
Muy bueno Pietra.

pietrapómez dijo...

Es de mi padre...tiene una imaginación que "pa" mí la quisiera!! Me alegro de que os guste. Mamba, tú conoces al Tigre...a que es más guapo que tu Teo?...jijijiji

Ijon Tichy dijo...

Jejeje. !Menuda imaginación!

!Durruti reencarnado en gato!

Tiene sentido en cuanto al carácter gatuno independiente-anarquista.

Ahora que también mi mujer dice que una de nuestras gatas le recuerda a Juan Pablo II cuando pega cabezadas estando sentada, sin llegar a tumbarse.

Gracias por la dedicatoria Pietra, parece que lo de los gatos es una devoción común por aquí.

pietrapómez dijo...

Jaajajaj...la comparación de tu mujer me parece sublime (siempre mejor parecerse a Juan Pablo II que a la difunta tía del rey, no?).
Me alegro de que te haya gustado...mi padre, que es un genio!

La Mamba dijo...

La verdad tengo que decir que el Tigre es precioso y muy muy listo ( todo se pega) pero donde esté mi Teo... Además tu tienes debilidad por el también. Es muy tierno, con esos ojitos ( me voy a darle un achuchon).

Anónimo dijo...

Fantástica fábula.

El baúl del abuelo es un manantial de sabiduría y de coeficiente inigualable.

Hasta la reencarnación lleva una tapa dura de libro que al abrirlo sugiere precaución de similitudes.
Y parece ser que los gatos son casi siempre los guías de tal efecto.
Alguna vez oí algo sobre un gato.
no recuerdo bien. Lo único que recuerdo bien, fue lo que mi padre si dijo entre risas y gestos guturales que me dieron que pensar -más ahora que la carne de ave es la palpitación de la comida griega, tan de moda en estos tiempos-.
(..) lo malo de éstas cosas es que te reencarnes en un pollo y luego te asen.
Triste si.

Ha sido un placer.


Panegírico.

Lebeche dijo...

La verdad es que el amigo de los animales tiene una imaginación prodigiosa. Me he imaginado perfectamente la cara de "tigre" soltándole la charla. Comparto por completo su conclusión final: ¡Bendita ignorancia!.
Enhorabuena F.

Juan Pablo dijo...

Sería bueno saber que los animales no nos guardan rencor por mutilaciones o indiferencias que les esgrimimos en ocasiones.

Tu cuento, estimado abuelo es muy ingenioso y divertido. Si no lo supiera, diría que eres pariente de una lengualarga amiga mía...jejjej.

Te mando un abrazo desde lejos/cerca, como lo prefieras.

pietrapómez dijo...

Panegírico: gracias en nombre del abuelo por tan amable comentario. Espero verle por aquí de nuevo.

Lebeche: qué decirte que no sepas? A mi también me encantó esta delirante historia y también pude ver la cara del Tigre diciendole todo esto..jajaja!

Juampa: yo espero que no sean tan rencorosos como los humanos, si no...vamos jodidos!
Gracias a todos de parte de mi padre

Anónimo dijo...

Lo olvidaba, suegro, ya pensaste lo que te propuse de colgar alguna foto te tus cuadros??

Recomenzar dijo...

muy interesante tu blog y las imagenes, me gusta voy a volver

pietrapómez dijo...

Mi despertar, sé bienvenido. Me alegro de que te haya gustado. Verás que se publica muy de tarde en tarde, pero espero que merezca la pena!

Juan Pablo dijo...

Abuelitoooo, no te olvides de tus feligreses!!!

Anónimo dijo...

¡Vaya!; hacía tiempo que no tenía una mañana tan entretenida como ésta. Primero un correo de LEBECHE, luego una visita a su blog, al de GERMÁNICO, al de PIETRA, y ahora la historia del gato.

¿Qué voy a decir?; pues,.... que muchas gracias.

Makiavelo dijo...

Hola, pasaba por aquí, y escuché el maullido de tu gato. Le entiendo un rato, yo mismo acabo de rencarnarme.

Por cierto, patético lo de la cierva, pero no cuentes lo de las gallinas que yo también lo sé, y es aún peor.

saludos, escribe pronto.

Juan Pablo dijo...

Hey suegrito feliz año nuevo!!! espero que este año te pongas las pilas y actualices de una buena vez!
Tu público te aclama!!

Un abrazo.